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la motivación del logro

A mi sobrino Tomás Arroyo, un ejemplo de constancia y superación ante la adversidad

Según la RAE la motivación es el «conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona» y un logro es la «acción y efecto de [lograr] conseguir o alcanzar aquello que se intenta o desea». A partir de ambos términos se desarrolla la idea de la motivación del logro, que podríamos definir como «la motivación interna, de carácter emocional, individual o colectiva, que predispone a los individuos a adquirir mediante un esfuerzo extra unos hábitos, habilidades o destrezas sobresalientes en el entorno laboral o profesional«.

El psicólogo estadounidense David McClelland formuló a mediados del siglo pasado la Teoría de Motivación del Logro, también denominada necesidad del logro, y analizó su impacto en el desarrollo económico y empresarial. Sus investigaciones concluyeron que la autoridad y la afiliación determinaban distintos tipos de personalidad en el lugar de trabajo, adoptando algunas personas los roles de líder y otras de subordinación. Según el autor, la motivación es generada por tres tipos de necesidades que pueden darse en los individuos: la necesidad de logro (de superación, de alcanzar una meta, aquella que lleva a las personas a elegir situaciones de responsabilidad personal), la necesidad de poder (de autoridad, de influir en otras personas y de aumentar el prestigio personal) y la necesidad de afiliación (de afecto, de pertenencia a grupos, de ser aceptado).

La recompensa, el premio, el reconocimiento, el estatus… generan reacciones motivacionales en los individuos que les hacen sentir bien, que les proporcionan satisfacción personal y cierto afán de protagonismo (individual o colectivo). Según McClelland, en todas ellas la necesidad juega un papel determinante, hasta el punto de que un trabajador que la experimenta adquiere una predisposición hacia los objetivos marcados y paralelamente asume cierto grado de independencia para conseguir el logro, de forma que tiende a actuar de manera más autónoma y en no pocos casos deberá inhibirse incluso de quienes le rodean.

Cualquier individuo podría experimentar la motivación por el logro, pero para que ésta se active la persona o el grupo ha de estar en el entorno y ambiente adecuados y bajo un liderazgo motivador y unificador. Por tanto, no podemos afirmar que un trabajador no sea adecuado para un desempeño concreto (siempre que disponga de la aptitud necesaria para ello), sino que probablemente no se encuentre en el hábitat laboral adecuado o no cuente con el apoyo del líder idóneo (con la actitud y el carisma necesarios, según lo comentado en un artículo anterior), por lo que su motivación no emerge.

Para que aflore la motivación del logro es imprescindible crear un buen ambiente de trabajo, favoreciendo un entorno laboral óptimo en el que cada uno de los miembros se sienta reconocido y valorado, sin que ello implique adoptar una actitud laxa en términos de exigencia. Debemos actuar según los criterios siguientes:

  1. Transparencia
  2. Confianza
  3. Equidad
  4. Positividad
  5. Objetivos
  6. Exigencia
  7. Ilusión
  8. Recompensa

Imagen: Momo Marrero

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