stakeholders
Estoy convencido de que más de una vez habrán oído o incluso utilizado la frase «esta empresa es una familia». Pues como ocurre con las familias, lo son hasta que florecen los problemas, principalmente económicos o asociados con el reparto de poder.
Esto me recuerda una figura, que si bien no es actual, tuvo sus momentos de gloria no hace mucho tiempo, aunque últimamente su uso parece haberse recuperado de nuevo: la de los stakeholders, término muy utilizado en la planificación estratégica de empresas.
Qué son los stakeholders
Aunque no es invención suya, el término fue popularizado en 1984 por Edward Freeman en su libro «Strategic Management: A Stakeholder Approach» y lo podríamos definir como «cualquier individuo o grupo identificable que afecta o puede ser afectado, tanto positiva como negativamente, por las decisiones y actividades de una empresa«.
Los stakeholders son los accionistas, la dirección, los trabajadores, los proveedores, los distribuidores, las familias de todos ellos, el entorno donde la empresa opera, los competidores…
Existen dos tipos:
- Stakeholders primarios: son aquellos individuos que tienen una relación económica con la empresa.
- Stakeholders secundarios: son aquellos que sin tener la relación anterior, se pueden ver afectados por las decisiones o acciones de la empresa.
La importancia de los stakeholders
No tener en cuenta o no valorar suficientemente la opinión de los stakeholders puede hacer que un proyecto empresarial, por muy desarrollado o armado que esté, fracase. Una decisión inadecuada o la mala comunicación entre las partes pueden provocar el fracaso del proyecto, por lo que es importante involucrarlos y escuchar detenidamente sus opiniones. Para ello es determinante tenerlos identificados y clasificados en base a los siguientes tipos:
- Entusiastas: Aquellos que apoyan el proyecto.
- Favorables: Aquellos que lo apoyarán.
- Neutrales: Aquellos que no se definen.
- Desfavorables: Aquellos que no lo apoyan.
- Furibundos: Aquellos que serán contrarios y beligerantes.
Analizando cuál ha sido su respuesta al proyecto seremos capaces de detectarlos e identificarlos. Entonces tomaremos las decisiones oportunas, partiendo de la base de que si la mayoría se sitúa entre los entusiastas y los favorables el proyecto podría ser un éxito; pero por el contrario, si la mayoría está entre los desfavorables y los furibundos, el proyecto tiene pocas opciones de salir adelante.
Es por ello que mantener una relación directa y fluida con los stakeholders generará un beneficio directo en la gestión de la empresa, en la actividad diaria y en su cuenta de resultados.
Imagen: Momo Marrero
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