momomarrero

matriz de riesgo

La gestión de las empresas y de los proyectos está directamente asociada a la asunción de riesgos: sin ellos no se evoluciona. Existen múltiples métodos y sistemas para medir el riesgo, pero una de las más eficaces y más utilizadas es la denominada matriz de riesgo, una herramienta visual desarrollada en forma de tabla que nos permite abordar la evaluación del riesgo mediante la identificación precoz de los problemas y su posible magnitud, con el fin de plantear soluciones, alternativas o desechar posibles propuestas. No olvidemos que realizar cambios no planificados en el entorno empresarial, especialmente en lo que se refiere a la innovación, es el primer paso hacia el fracaso.

Debemos tener muy presente que la matriz de riesgo no evita que los riesgos se produzcan, pero sí ayuda a minimizar su alcance gracias a una detección temprana que permite calcular su posible impacto sobre un proyecto y aplicar a tiempo factores de corrección.

Lo primero que debemos hacer es identificar y categorizar los posibles tipos de riesgos. Según su naturaleza y peso en cada proyecto y circunstancia, los riesgos más comunes a los que podemos enfrentarnos en el ámbito empresarial son los siguientes:

  1. Riesgos de naturaleza técnica: aquellos que surgen por no disponer de la tecnología o la destreza o medios tecnológicos necesarios.
  2. Riesgos de naturaleza económica: aquellos que están asociados a la financiación del proyecto y que dificultan o imposibilitan afrontarlo total o parcialmente, por lo que cabría recurrir a financiación externa. También pueden referirse a aquellos que deriven en una situación crítica o que incluso afecten a la viabilidad de la empresa o de alguna de sus unidades de negocio.
  3. Riesgos de naturaleza estratégica: aquellos que se producen por errores de mayor o menor magnitud en la estrategia desarrollada por la empresa en el mercado al que van dirigidos sus productos o servicios, bien por un cambio de tendencia o bien por un error de cálculo.
  4. Riesgos de naturaleza operativa: aquellos que están asociados a una incorrecta aplicación metodológica, de planificación, de gestión del proyecto o a errores en la medición de los resultados o en las conclusiones de los datos obtenidos.
  5. Riesgos de naturaleza externa: aquellos que inciden o condicionan el éxito o el fracaso del proyecto pero que no dependen de la empresa ni de los gestores, sino de elementos externos, como pueden ser factores políticos, religiosos, ambientales, legales o sociales. Para valorarlos y evaluarlos adecuadamente es recomendable emprender un análisis PESTEL.

Para desarrollar la matriz de riesgo comenzaremos por establecer la relación de posibles riesgos asociados a cada fase del proyecto o estrategia que se va a acometer, enumerándolos y ordenándolos según la previsión de su puesta en marcha.

El siguiente paso es definir la escala de probabilidad e incidencia que tendrían en el proyecto las posibles contingencias negativas asociadas a cada riesgo, siendo la más común la siguiente:

  1. Nivel Muy Bajo: o mínimo, aquel cuyo impacto es inexistente o insignificante.
  2. Nivel Bajo: o menor, aquel cuyo impacto tiene baja repercusión o incidencia.
  3. Nivel Medio: o moderado, aquel que exige un análisis para evitar que la incidencia sea creciente o limitante, sin llegar a paralizar la propuesta o el proyecto.
  4. Nivel Alto: o peligroso, aquel que llega a condicionar el éxito de la estrategia o el proyecto y que requiere de un análisis profundo y detallado para evitar el fracaso.
  5. Nivel Muy Alto: o catastrófico, aquel que es paralizante, que no permite continuar pues su impacto lleva irremediablemente al fracaso. Requiere de un análisis pormenorizado y generalmente conlleva decisiones o alternativas que replanteen las propuestas y los puntos de vista iniciales.

A cada uno de estos niveles le otorgamos un valor numérico creciente, del 1 al 5.

El siguiente paso es determinar la probabilidad del riesgo en función de las posibilidades reales de que éste se produzca, de mayor a menor, siendo esta la escala más habitual:

  1. Probabilidad de riesgo frecuente
  2. Probabilidad de riesgo probable
  3. Probabilidad de riesgo posible
  4. Probabilidad de riesgo ocasional
  5. Probabilidad de riesgo improbable

A efectos de organizar la información obtenida, los resultados de cada acción o tarea se ha de vincular con su probabilidad de riesgo y un valor decreciente de 5 a 1 en función de dicha probabilidad.

Aplicando la siguiente fórmula tendremos como resultado la cuantificación numérica del valor del riesgo:

Valor del riesgo (expresado en valor numérico) = probabilidad x impacto

Para facilitar la interpretación y la comprensión del resultado final siempre recomiendo aplicar una escala cromática por tramos según el resultado obtenido. Personalmente utilizo la siguiente:

  • Del 1 al 5: verde
  • Del 6 al 10: verde amarillento
  • Del 11 al 15: amarillo
  • Del 16 al 20: naranja
  • Del 21 al 25: rojo

El resultado es un herramienta visual que determina el riesgo existente en cada una de las etapas y acciones durante la implantación de una estrategia o un proyecto, con el fin de buscar las soluciones más adecuadas y tomar las decisiones oportunas orientadas a minimizar los errores e impactos negativos.

Imagen: Momo Marrero

Deja una respuesta

HTML está permitido. Su correo no será publicado.

Subscribirse a los comentarios por RSS