dieta atlántica
Comentaba recientemente Ramón Bencomo, director comercial de Argodey Fortaleza, con Francisco Bencomo, director de la empresa, y conmigo, la importancia de dar a conocer y potenciar la dieta atlántica, una propuesta alimentaria que, al igual que su ‘hermana’ mediterránea, en palabras de la Fundación Española del Corazón, ‘contiene todos los ingredientes necesarios para llevar una alimentación saludable y prevenir las enfermedades cardiovasculares‘.
La dieta atlántica no solo forma parte de la cultura gastronómica de nuestra tierra y de la península ibérica (especialmente del norte), sino también de Portugal y de algunas zonas de Reino Unido y Francia. Se caracteriza por una ingesta abundante de pescado, mucha fruta, vegetales, cereales,… pero también por la preparación de los alimentos y la forma de comerlos, que entronca directamente con el concepto de slow food (por deformación profesional me siento obligado a vincular esta idea con los destinos slow). Está por tanto asociada a un estilo de vida pausado, en el que se disfruta intensamente de cada momento, se apuesta por una elaboración culinaria sencilla, se favorece la calidad de la materia prima y, preferiblemente, se comparte con el entorno (tanto físico como humano).
La Fundación Dieta Atlántica avala la siguiente caracterización de la dieta atlántica:
- Consumo de alimentos de temporada, locales, frescos, mínimamente procesados.
- Consumo de alimentos de procedencia vegetal, como verduras, hortalizas, frutas, cereales, papas, castañas, nueces y leguminosas.
- Consumo de pescados y mariscos.
- Consumo de leche y derivados lácteos, especialmente quesos.
- Consumo de carne de cerdo, vacuno, caza y aves.
- Consumo de vino, en cantidades moderadas, durante las comidas.
- Consumo de aceite de oliva para cocinado y aliño.
- Preparación culinaria donde priman la cocción, el guisado o la brasa.
Entre sus principales recomendaciones de consumo encontramos las siguientes:
- El consumo de pescado y/o marisco ha de ser de tres a cuatro veces por semana.
- Un consumo elevado de cereales, papas y legumbres, por su aportación de hidratos de carbono y fibra.
- Un consumo elevado de frutas y hortalizas, por su aporte en antioxidantes.
- El consumo de leche y productos lácteos ha de ser diario, por su aporte de proteínas, minerales y vitaminas.
- El consumo moderado de carne, que garantiza la aportación de proteínas y hierro.
- La preparación poco elaborada de los alimentos, con el fin de mantener la calidad de la materia prima y sus valores nutricionales.
- Un consumo elevado de líquidos, especialmente agua.
- La práctica de actividad física diaria.
La dieta atlántica, al igual que la dieta mediterránea, se caracteriza por su riqueza en grasas saludables, hidratos de calidad y fibra, pero también se basa en disfrutar del momento, de aquello que nos rodea, del placer de una buena compañía, compartiendo mesa y mantel.
En Canarias, según indica la Cátedra Atlántica de Gastronomía, se constata que en la nutrición de los aborígenes ya existían ingredientes básicos de la dieta atlántica, que se han mantenido hasta nuestros días, adaptándose con el paso de los años a la cultura y la materia prima de nuestra tierra. La variedad de producto extraído del mar – sardinas, chicharros, viejas, samas, salemas, sargos, morenas, pulpos, calamares, cangrejos, lapas o burgados, sin olvidar el célebre caviar gomero (¡un auténtico manjar!) -, combinada con cereales y legumbres como la cebada, el trigo, el millo (gramínea), las judías, las lentejas o las arvejas; las hortalizas – pimientos, pepinos, chayotas, bubangos, acelgas o espinacas; los quesos, especialmente los elaborados con leche de cabra; y la gran variedad de frutas, entre las que predominan los plátanos, tomates, aguacates, piñas, papayas o higos… forman parte de nuestra gastronomía tradicional. Platos como las papas arrugadas con mojo, el queso con mojo, el almogrote, el rancho, el sancocho, el potaje de berros, el escaldón de gofio, el puchero canario, la vieja guisada, el atún en adobo, los tollos, la carne de cabra, la ropa vieja, las lapas a la plancha, el cherne con mojo de cilantro… hacen de la gastronomía canaria un ejemplo vivo de la dieta atlántica.
Imagen: Momo Marrero
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