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liderazgo sin género

* A Aroa Marrero y Victoria Arroyo, hija y sobrina, potenciales líderes del mañana.

Confieso que no soy capaz de determinar si, por razón de género, las mujeres son mejores líderes que los hombres. Es posible que esta observación sea objetivamente poco relevante, pero aportaré, con conocimiento, un dato incuestionable e incomprensible: las mujeres sólo dirigen 15 de las 500 empresas más importantes del mundo. Algo está fallando y está claro que no son las mujeres, ¡somos los hombres!

De manera objetiva y sinceramente creo que no son mejores líderes las mujeres que los hombres, como tampoco lo son los hombres que las mujeres, y que son las circunstancias las que han de definir quién es el adecuado para liderar un determinado proyecto. El problema está en que esas circunstancias están camufladas invariablemente de falsa virilidad e innecesaria testosterona.

Somos muchos los que hemos sido educados en un entorno matriarcal, rodeados de madre, hermana, esposa e hija, sin que ello implique el menoscabo de la figura del padre o del hijo. Esta circunstancia nos ha permitido tener una visión distinta, rica y generosa del liderazgo femenino, que, insisto, no considero mejor ni peor sino complementario.

No estoy de acuerdo con la discriminación positiva, pues en mi opinión solo agudiza el problema e incrementa el desequilibrio, especialmente cuando viene marcada por un decreto. Defiendo con vehemencia la igualdad de oportunidades entre las personas sin distinción de sexo (ni raza, ni credo, ni cuna, ni pensamiento, ni ninguna otra variable que implique discriminación). Apelo al talento, al talante, a la formación, al compromiso, a la constancia como matiz diferenciado y determinante. Reconozco que no tengo la capacidad de saber quién es el número uno o quién es el mejor (de hecho, ni tan siquiera me interesa), pero sí quiénes son distintos, singulares, reconocibles. Creo abierta y fielmente en el liderazgo inspirador, sin género, el liderazgo asociado al empoderamiento, el participativo, el que suma y no resta, el que asume retos, el responsable, el comprometido, … y este liderazgo no entiende de sexo y sí de actitudes y de aptitudes.

En un interesante artículo escrito por Silvia L. Saravia Matus titulado Género y Liderazgo: Perspectiva Histórica, la autora indica que los estereotipos de género son:

Esteorotipos sobre la Masculinidad

Consiste en ser lógico, analítico, determinado, dominante, fuerte, activo físicamente y con una baja aversión al riesgo.

Estereotipos sobre la Feminidad

Implica ser emocional, reflexiva, voluble, obediente, débil, pasiva físicamente y con una alta aversión al riesgo.

Como bien escribe la autora, “bajo estas percepciones no es difícil entender por qué tan pocas mujeres llegaron a ostentar algún tipo de poder ya fuere político, económico o intelectual. A lo largo de la Historia Universal, quienes lograron tal éxito debieron, primeramente, luchar arduamente para probar que es errónea su prejuzgada ineptitud, para luego cumplir con sus propósitos”.

Concluye el artículo con el siguiente párrafo que yo suscribo: “Los estudios de alta gerencia muestran una nueva tendencia de liderazgo. Se trata de la adopción del estilo de liderazgo andrógino, que disminuye los impactos de género. Se conjugan los mejores rasgos de los estilos masculinos y femeninos. Sin duda alguna, estas combinaciones puestas en práctica reportarán grandes y mayores beneficios para la vida en comunidad, porque a fin de cuentas el ser humano debe optar siempre por el equilibrio y la síntesis en todas sus facetas, dejando atrás los prejuicios y las dañinas posturas extremistas”.

Nota: escribo en masculino siguiendo las directrices de la RAE.

 


Imagen: Momo Marrero

4 Respuestas a “liderazgo sin género”

  1. Miguel Angel

    Subscribo íntegramente tu opinión y la expuesta en el artículo, que citas, de Silvia L.Saravia.
    Saludos

    Responder

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